Antes... El dulce beso de Baco... La embriaguez de la venganza, del desquite... La embriagadora emoción de sentirse secundado por otros cuerpos... Una voz fría dicta al fondo un mantra zumbante de desasoguiego, la puya incitando a una rabia que vuelve invicta una venganza meditada sin profundidad.
Después... El regusto metálico de una resaca amarga, flashes de arrepentimiento ante el inoportuno recuerdo de acciones indebidas, de actos vergonzantes cometidos en plena ceguera de la razón.
Dijo, pues, Yahveh Dios a la mujer: «¿Por qué lo has hecho?» Y
contestó la mujer: «La serpiente me sedujo, y comí.»
Génesis 3:13
En el camino de la sabiduría te he instruido, te he encaminado por los senderos de la rectitud.
Al andar no se enredarán tus pasos, y si corres, no tropezarás.
Aférrate a la instrucción, no la sueltes; guárdala, que es tu vida.
No te metas por la senda de los perversos, ni vayas por el camino de los malvados.
Evítalo, no pases por él, apártate de él, pasa adelante.
Porque ésos no duermen si no obran el mal, se les quita el sueño sino han hecho caer a alguno.
Es que su pan es pan de maldad, y vino de violencia es su bebida.
Proverbios 4:11-17