Por Galicia Confidencial | Galicia | 26/10/2009 | Actualizada ás 13:15
Tras tomar posesión de la alcaldía, Caballero hizo declaración pública de bienes. En la ocasión, Corina Porro manifestó que eso le daba igual, que ella, escrupulosa con las leyes, prefería cumplir con aquella que no la obliga a exponer su patrimonio a la curiosidad del público que vota.
Se trata de una significativa diferencia entre Abel Caballero y Corina Porro.
Sin embargo, en su confrontación política y personal sí que coinciden en algo: el uso y derroche de fondos públicos, sean municipales o del puerto, con absoluto desprecio hacia las necesidades los ciudadanos y en beneficio de sus respectivas posiciones y carreras políticas.
Lo sorprendente es que no todos los vigueses se escandalizan. Están tan acostumbrados a que el dinero se dilapide de esa manera que después muchos - un 60% en 2007 - acuden a las urnas y votan a la una, al otro o incluso al de más allá. Cuando no merecen ni uno de los pasos hasta el colegio electoral.
FARO DE VIGO EL GRAN BENEFICIADO
El diario de Prensa Ibérica (Grupo Moll) ha inventado una muy productiva fórmula más allá de la información a su manera. Se comporta como una diaria y lucrativa valla publicitaria, de esas que varían su contenido. En su caso, alternando dos mensajes, hoy el de Corina mañana el de Caballero. O viceversa.
Con el pulso que sostienen ambos, con los dineros procedentes de la Autoridad Portuaria y del Ayuntamiento, el Faro de Moll está paliando con éxito el evidente descenso de publicidad en sus páginas.
Que el puerto de Vigo se anuncie en Vigo en lugar de utilizar esos recursos para promocionarse en el exterior, tiene tela marinera. Aunque también hay que decir que decir que se trata de una perversión que no inventó la Porro, ni mucho menos. Lo hizo, de forma igual de abusiva, Caballero. Y en menor medida los anteriores, con la matizable excepción de Julio Pedrosa, quien, como consecuencia, sufrió una dura campaña del Faro.
No sólo eso: como represalia a los lógicos recortes publicitarios de Pedrosa, Faro de Vigo causó un tremendo daño a Vigo, a su actividad industrial y portuaria, contribuyendo decisivamente a la paralización de las obras de ampliación de los muelles del Areal.
LOS SILENCIOS DEL FARO
A cambio de los grandes anuncios de página y otras fórmulas propagandísticas, Faro de Vigo ofrece tanto a Corina como a Caballero amplia cobertura de sus actos y programas. Evidentemente, sin tomar partido. Procurando mantener un equilibrio que hace suponer que las sustanciosas, millonarias contribuciones que llegan a su caja desde la Alcaldía y la Autoridad Portuaria tienen un monto similar. En ocasiones, el periódico incluso estimula la competencia entre ambos, lo que inmediatamente se traduce en mayores aportaciones.
Pero ese periódico tan decano y peculiar no se limita a publicar con gran alarde tipográfico los supuestos logros de sus campeones económicos. Tan importantes son para Perly como para Abel sus clamorosos silencios. El Faro nunca mencionará, por ejemplo, el sospechoso incremento de patrimonio de Corina Porro. Ni comentará que Caballero, muy conscientemente, se rodea de un mediocre equipo de mediocres bajitos. Para aparecer en la foto más destacado.
El Faro cobra por la propaganda, la cobertura en positivo y los silencios o apagones informativos.
EMPRESA FORÁNEA QUE EXPLOTA VIGO
Gracias a su función de valla publicitaria política, recurriendo también al "pressing" si hace falta, el diario que lleva el nombre de Vigo en su cabecera es, probablemente, el más rentable de los dieciocho que, repartidos por España, forman parte del grupo editorial Prensa Ibérica.
Un grupo editorial que encontró en la ciudad de Vigo su mejor vaca lechera. Que ordeña a conciencia mediante las eficaces directrices que aplican gestores llegados de fuera. Concretamente de La Nueva España, de Oviedo, que esa es la procedencia de sus directores.
Seguramente por eso, después de tantos años, Prensa Ibérica descabalgó de la dirección general del Faro a Ceferino de Blas, en su momento también procedente de Asturias. Porque De Blas, tras décadas de residencia en nuestra ciudad, y a pesar de sus resistencias, se había convertido en un vigués. Lo que no interesaba al grupo, ya que la defensa de los intereses de Vigo por encima de otros criterios podía poner en cuestión la rentabilidad del periódico.
X.L. EIRAS
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