Por Galicia Confidencial | Galicia | 14/11/2009 | Actualizada ás 14:58
Gracias a nuestra tentativa frustrada de pasear en los autobuses de La Coruña la petición del restablecimiento de su nombre oficial histórico, sin perjuicio del actual, hemos podido conocer los coruñeses un raro fenómeno: políticos que admiten sus errores, se muestran capaces de aprender de ellos e intentan no repetirlos. Y nos hemos venido a enterar de ello por casualidad, porque, además, en su modestia, nos lo ocultaron durante meses. Se percataron de lo inconveniente de las campañas ateas y deístas y decidieron establecer la norma -tácita, sobreentendida, no escrita- de limitar la publicidad en los buses de servicio público a lo estrictamente comercial.
Una decisión que, dice doña Yoya, tomaron en febrero, pero que no impidió la campaña atea de marzo porque ya estaba contratada, ni su réplica, no menos friki, tal vez por sentido de la ecuanimidad.
Así pues, nada tendríamos que objetar al veto a nuestra campaña, que, ciertamente, no es comercial, y, además, es subversiva: nada más subversivo que la libertad. La rectificación municipal, consistente en establecer la neutralidad ideológica por la vía de no admitir anuncios no comerciales -la otra, no menos neutral, sería admitirlos de todo signo- parece una buena justificación... si fuese cierta. Pero, ...
En primer lugar, como corresponde a un elemento anexo e inseparable del servicio público, el nuevo criterio debió pasar de la mente de los concejales a la letra de la norma, es decir, a la ordenanza o reglamento del servicio -Se prohíbe escupir, ... se prohíben los anuncios no comerciales, ...etc., etc.-. Pero se quedó en cogitación en su vaina, para desenvainar a voluntad y según para qué o contra quien.
Así por ejemplo, los ciudadanos de La Coruña, han tenido que ver en los autobuses -que recordemos ahora y sin examen exhaustivo- publicidad de los presupuestos municipales -con cargo a sí mismos, es de suponer, y sin necesidad ninguna, porque, desgraciadamente, no tienen competencia-, del llamado "plan E"..., o las incitaciones pías y sentimentales de alguna iglesia protestante, todo ello después de aquel arrepentimiento de febrero tan oportunamente actualizado para nosotros.
Así pues, creemos que Doña Yoya miente, o que incurre en contradicción interesada.
Por otra parte, todo relato, y más si es de un político, y mucho más aún si incluye procesos mentales que no se han materializado a la luz y por taquígrafos, requiere cierta coherencia interna para alcanzar verosimilitud. Dice doña Yoya que el arrepentimiento por la campaña atea de marzo la acometió en febrero debido a "la polémica generada entorno a la campaña de la Unión de ateos y librepensadores" -digamos, de paso, que nadie impedía, antes de la campaña, a los ateos, serlo, a los librepensadores, pensar tan libremente como quisieran. Por el contrario, el nombre oficial de la ciudad hasta la ley de normalización lingüística, nos fue usurpado y en esas seguimos-.
En una secuencia lógica, la polémica seguiría a la campaña y el arrepentimiento a la polémica. Doña Yoya nos lo cuenta al revés, lo que, unido a que de febrero acá se han difundido mensajes no comerciales, nos hace sospechar que esa norma, no escrita, se la sacan de la manga cuando conviene.
Finalmente, queremos denunciar la falsa ecuanimidad con que pretende adornarse doña Yoya cuando dice que «Coruña Liberal quiere llevar en los buses un mensaje, una opinión de carácter político, no un producto o un servicio comercial, y tampoco se publicitaría en el transporte público la opinión contraria», recalcó. La opinión contraria la publicita el actual gobierno municipal constantemente, empezando por la creación y mantenimiento de la concejalía de normalización lingüística, juventud, etc. ..., que no repara en medios -públicos- ni conoce límites competenciales o conceptuales a su vasta y variada labor. Aún recordamos, su inolvidable tesis, vertida en un evento de género', según la que las vecinas que dicen -o piensan- La Coruña, lo hacen para evitar ser maltratadas". Vía coruñaliberal
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