Y ahora...qué?

Consciente de la falta de originalidad del título – hay al menos tres artículos de opinión en distintos medios de comunicación–, lo soy también de que no hay incógnita mayor en el día de hoy. Y ahora, qué?.

Por Mar Barcón | A Coruña | 30/09/2010

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Después de las cifras y las contra-cifras, de las declaraciones altisonantes y los neumáticos atravesados en algunos polígonos, después del diálogo roto y el clamor en las calles – el de las manifestaciones y el silencioso.. - , qué hacemos ahora…?.

Las huelgas generales son, como es lógico, menos generales que en la época industrial. Los sindicatos se afanaban ayer en bloquear aquellos sectores en los que su implantación es mayor y donde su capacidad de maniobra les permite hacerse visibles. Nodos de transporte público, polígonos, factorías industriales, puertos y mercados centrales, responden aún a la llamada sindical, mientras autónomos, pequeño comercio, servicios y funcionariado se muestran más reacios a formar parte de una protesta encabezada por un movimiento sindical en el que algunos – especialmente autónomos y desempleados – se sienten menos representados.

Nada ajeno a la sociedad de servicios en la que vivimos y a un mundo en que los liderazgos sociales aparecen menos nítidos y más cuestionados. Pero en cualquier caso, porcentajes y guerra de números superadas, hoy tenemos las mismas tareas pendientes que ayer y alguna nueva incorporada tras un reposado análisis de lo sucedido el 29S. Así, los sindicatos no pueden permanecer ajenos a la necesidad de reformar su estructuras, su implantación en amplios sectores sociales y su oferta – reivindicativa y de servicios – dirigida a aquellas personas cuyos perfiles, formación o situación no se corresponden con el sindicalismo clásico: jóvenes, desempleados, autónomos, parados de larga duración. El Gobierno no puede, tampoco, mantenerse ajeno al clima social de preocupación, desafecto y desánimo; quienes ayer planteaban la movilización eran quienes deben seguir siendo sus principales aliados sociales en la defensa y al reformulación de un Estado del Bienestar que debe modificarse para sobrevivir.

Porque hoy, apagado el sonido de las consignas, debemos decidir qué hacemos, cómo seremos capaces de solucionar los retos pendientes y cuándo ser retomará un diálogo esencial para todas las partes y para el conjunto de la sociedad. Porque, los sindicatos son, seguramente, conscientes de que deben sentarse para ayudar a definir la necesaria reforma de la Seguridad Social, bastión esencial de los derechos sociales y de nuestro futuro como país. El Gobierno sabe que debe contar con los interlocutores sociales más cercanos para diseñar un modelo que no puede dejar en el camino a los más débiles y que sólo de la mano de los sindicatos puede afrontar la mayor reforma de la democracia.

Tenemos pendiente una auténtica reforma del mercado de trabajo: empleo a tiempo parcial, derechos de conciliación, planes específicos para jóvenes (no para precarizar sino para recortar su tasa de desempleo), formación continua.. pero también la extensión de los derechos sociales, el diseño de los servicios públicos esenciales, la formación profesional, el papel de la empresa privada, el papel de los autónomos en las relaciones laborales.. Tenemos el reto de preservar el Bienestar y un modelo de derechos sociales y laborales entre todos.. o dejar que otros se los lleven por delante con la disculpa de la crisis. El Gobierno debe elegir hacerlo acompañado de los agentes sociales. Los sindicatos también deben elegir; o se sientan con Zapatero, o la derecha espera, sin abrir la boca, para demoler una parte sustancial de aquello que forma el eje de nuestra sociedad: los servicios públicos, los derechos sociales y los laborales.

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