Continúa o caso Gómez-Valadés

Remitennos unha carta ao director asinada por Florentino Pinheiro Vasques e rubricada por outras 65 persoas máis na que critican á dirección do BNG por non tomar aínda unha decisión sobre o futuro do presidente da AGAI, Pedro Gómez-Valadés, como militante nacionalista...

Por Galicia Confidencial | Galicia | 24/04/2007 | Actualizada ás 16:31

Comparte esta noticia

Canto ao asunto de Pedro Gómez Valadés, tenno difícil o Consello Comarcal do BNG de Vigo pra tomar unha decisión. De princípio o Consello submeteu a votación a proposta da Executiva Nacional, isto é, que non existía nengún tipo de incompatibilidade para continuar no BNG sempre e cando Pedro non vinculase as súas actividades asociativas pró-israelitas co BNG. A proposta foi aceita con unha esmagadora maioría. Quer dicer, decidiuse non expulsalo.

Mais despois diso solicitouse ao militante Pedro que abandonase os seus cargos no Consello Comarcal, e ao non demitir, da asembleia saiu unha nova proposta que consistía en solicitar ao Consello a súa expulsión. Esta última proposta saíu adiante, con menos apoios que a primeira. Pergúntome por qué os responsábeis do Consello Comarcal permitiron que se votase a proposta de expulsión cando xa a asembleia tiña decidido non expulsalo. Cal das dúas propostas aprobadas é a válida: a primeira, a máis apoiada ou a última?

Días máis tarde Anxo Quintana saía na imprensa respondendo á carta na cal algúns militantes do BNG lle pediamos que Pedro non fose expulso por ter opinións distintas ás da maioría, e a súa resposta foi contundente, ao dicer que "o BNG non abriu nengún expediente de expulsión contra nengún compañeiro polo feito de pertencer a nengunha asociación, nen israelí, nen de nengún outro tipo, nen o abrirá nunca".

O Consello Comarcal non quer neste momento, a un mes da campaña eleitoral, abrir expediente de expulsión a Pedro sen cuestionar o liderado do porta-voz do BNG, e o máis importante, enfrentarse á opinión pública. Mais tampouco é de xustiza para Pedro nen para o resto de militantes do BNG que pertencen à Asociación de Amizade con Israel, continuar adiando a cuestión como se nada tivese acontecido. Por iso, e non sendo que se pretenda aguardar a depois das eleicións para abrir o expediente, o Consello Comarcal debe decidir xa non abrirlle expediente de expulsión.

Florentino Pinheiro Vasques 33303574-B

Seguen outras 65 asinaturas

Natalia Costas Alonso 76999900-V

Iago Pillado Losada 76861582-K

María Isabel Ferreiro Rodríguez 36140509-B

Manuel Feás Sánchez 33270684-B

Fernando Rodríguez Dacosta 36096239-Q

Alexandre Fernández Villaverde 32812275-S

Cesar Pazos Carreiro 36054128-H

Abel Anxo García López 32.617.457

Xosé Miguel Alonso Boo 36009963

Carlos Teixeira Rivas 36044876

Damaris Tavares de Araújo 76933036-Z

Isaac Eljarrat Llorca 37693421-D

Carlos Galansky Koper 09775395-G

Jacobo Campos Fariña 35456211-I

Jesus Menduínha Cortiço 52499818-H

Begonha Lemos Malvar 32751694-Q

Damián Rodríguez Sanjurjo 53168754-E

Daniel Hugo Morales Míguez

Xoán Bernárdez Vilar 35816374-S

Manuel S. Pérez Millos 35983515-S

Juan A. Álvarez Villares 34986613-W

Lois Docampo 34946833

Ángel Sánchez Seoane 33236080-E

Santiago M. Fernández Alarcón 20256126-A

Jorge Ricoy Mouriño 32133852-T

Daniel Cabarcos Castelo 32633975-B

Esteban Lamas López 32689651-G

María Inés Soto Meijomence 76803903-A

Angélica Bargiela 34868798

José Henrique Pérez Rodríguez 33327317-H

Xoan Xesús Rozas Neira

Fernando del Rio Iglesias

Francisco X.Lores Ínsua

Xurxo Gregorio Vaqueiro

Manoel Bello Salvado

Miguel Mato Fondo

Xosé María Moreno Villar

Vitor Manuel Meirinho Guede

Felipe Gómez Morgade

Carlos Pérez Sainz

David Álvarez López

Francisco Lores Santacecilia

Quico Recondo Martínez

Xosé Manuel Garcia Garcia

Antonio Rodríguez Sampayo

Diego González López

Xosé Vixande López

Xavier González Carreira

Xusto Molejón Valoria

Xoaquin de Acosta Beiras

Ana Isabel Atienza Pintos

Manuel Soage Paredes

Benito ÁLvarez Martínez

Carme Pintos Fergnani

Diego González López

María Xosé Rial Conde

Iñaki de Tellitu Solas

Xosé Antón Ferrón Ventoso

Francesco Traficante Peláez

Francisco Nieves Rajo

Adrian Rodriguez Bravo

Xosé Manuel Pérez Sardiña

Mario Zareceansky Sirotzky

Silvia Cecilia Bemamán

Marcos Ferreira Amoedo

Comparte esta noticia
¿Gústache esta noticia?
Colabora para que sexan moitas máis activando GCplus
Que é GC plus? Achegas    icona Paypal icona VISA
Comenta
Comentarios 41 comentarios

16 anónimo

A pregunta é: se a Euskadi a bombardean, todos a unha, a defender un territorio que NUNCA foi independiente. Se a Israel a bombardean, hai que defender aos palestinos, un povo que os propios árabes trataron historicamente como animais e ao que a Liga Árabe, no 1947, non quixo que se lle crease un Estado.

15 outras versións

Un convite a pensar para Gómez Valadés e os seus amigos de Israel.

El problema palestino, la resistencia y las conversaciones de paz

Agustín Velloso
Rebelión
Intervención en el Congreso “Jerusalén, una ciudad agredida”, celebrado en el Centro Cultural Islámico (Mezquita de la M-30 de Madrid), los días 12 y 13 de abril de 2007.

Introducción.

Creo que es obligado, por el lugar donde nos encontramos, así como por el asunto que nos reúne, recordar que en estos días se cumplen tres años del asesinato de Ahmed Yassin y de Abdel Aziz Rantisi. También resulta apropiado recordar que el 9 de abril de 1949 el pueblo Deir Yassin fue atacado y sus habitantes asesinados por militares sionistas.

En realidad, abril no es un mes especial, ni los dos mártires mencionados son los únicos, ya que los sionistas, desde que empezaron a instalarse en la primera mitad del siglo XX en una tierra que no les pertenece, Palestina, han conseguido que todos los meses sean de muerte, robo y dolor para sus habitantes legítimos y que los mártires se cuenten por millares.

Puede decirse que existen dos posturas ante la situación palestina: resistencia anti-sionista por un lado y conversaciones de paz con los sionistas por el otro. Una advertencia preliminar es inexcusable: no pretendo juzgar a quienes dentro del campo palestino abogan por la segunda, no reclamo ningún derecho a decir a los palestinos cómo tienen que defenderse, no se me ocurre pensar que tengo la razón mientras que los demás están equivocados, simplemente trato de reflexionar, a la luz de la historia y de la situación política presente, sobre estas dos posiciones antitéticas.

Entiendo, por otra parte, que algunos piensen que para esta reflexión se necesita más que una breve ponencia, que se requiere un libro entero. Sin embargo, soy de los que creen tozudamente que el problema palestino es sencillo: la ocupación de un territorio junto con la expulsión de sus habitantes por la fuerza de las armas y la consiguiente violencia para mantener la ocupación y la expulsión. La solución es igualmente sencilla, por más que sea costosa para sus causantes: la retirada de la tierra ocupada, el retorno de los refugiados y las compensaciones por el daño causado.

¿Hasta dónde va a llegar el sionismo?

Ante una audiencia como ésta puede parecer superfluo repasar algunos de los numerosos crímenes sionistas, pero es ineludible hacerlo cuando se trata de reivindicar la resistencia frente a los que la desprecian por considerarla ineficaz o contraproducente para los intereses palestinos y los que la descartan por completo por considerarla contraria a los acuerdos de paz.

La magnitud de esos crímenes dentro y fuera de Palestina sorprenderá a las generaciones futuras, aunque hoy parece que a muchos no les preocupa mientras que otros son cómplices. Varios factores hacen que sea así. Entre éstos destaca la extraordinaria actividad de propaganda sionista y su enorme influencia, cuando no control, sobre la información acerca de lo que sucede en Palestina.

En números absolutos, como los palestinos que viven en los territorios ocupados no pasan de cuatro millones, los asesinados, heridos y prisioneros quizás no parecen muchos. Sin embargo, si se observa con detenimiento la cifra relativa, se descubre la verdadera magnitud de la obra sionista, que algunos pocos judíos anti-sionistas han calificado como genocidio, entre éstos hace poco el profesor de la universidad de Haifa Ilan Pappé en un artículo titulado “Palestina 2007: genocidio en Gaza, limpieza étnica en Cisjordania”.

Datos de UNICEF referidos al año 2005 indican que la tasa de mortalidad entre los menores de cinco años en los territorios ocupados es de veintitrés muertes por cada mil nacimientos, mientras que en Israel es de seis. Se podrían evitar, por tanto, diecisiete de esas muertes. Según los datos de la División para la Población de las Naciones Unidas, el número de nacimientos por año en los territorios es de unos 140.000. Con estas cifras se puede calcular la de muertes infantiles evitables por año: cerca de dos mil cuatrocientas.

Es pertinente resaltar que el artículo 38 de la Convención de Ginebra aplicable a los territorios ocupados, establece que los niños menores de quince años, las mujeres embarazadas y las madres de menores de siete años, recibirán el mismo tratamiento que los nacionales del Estado ocupante.

Al mismo tiempo, el número de muertos israelíes por ataques palestinos desde septiembre de 2000 es 1.130. Si se compara esta cifra con la de niños palestinos asesinados en el mismo período, 860, y con la de niños muertos que se debería evitar, más de 15.000, se aprecia qué parte es la débil y cuál está realmente en peligro.

Otro ejemplo reciente, referido a los prisioneros, muestra con claridad meridiana qué parte tiene poder sobre la otra: los palestinos tienen un único prisionero, un soldado capturado cuando ilegalmente operaba en territorio ocupado. Los israelíes tienen cerca de 11.000 palestinos prisioneros, en condiciones inhumanas, de forma ilegal y muchos sin juicio, entre los que se encuentran 400 menores de edad.

Si en Palestina hubiese 4 millones de habitantes y los comparásemos con los 44 de España, esto daría una cifra de 121.000 detenidos aquí. No hace falta insistir en el número de muertos (serían 44.000 españoles asesinados e incontables heridos), casas demolidas, olivos arrancados, propiedades arrasadas, etc.

Es importante resaltar que esta matanza y esta destrucción son necesarias para lograr el objetivo que persigue el sionismo: la tierra palestina para disfrute exclusivo de los judíos. No es producto, como quieren hacer creer los sucesivos gobiernos de Israel, sus aliados y sus apologistas, de luchas de civilización, religiosas o contra el terrorismo árabe y musulmán. De la misma forma que los crímenes que se cometen en Iraq (torturas, asesinatos de civiles, uso de armas prohibidas, destrucción de infraestructuras, violaciones graves de derechos humanos, etc.) se derivan necesariamente de un único crimen inicial, la agresión de Estados Unidos, Reino Unido, España y otros aliados contra ese país, en Palestina no cesarán los crímenes de Israel hasta que no se consiga el objetivo sionista o los palestinos lo impidan.

Los propios líderes israelíes lo manifiestan una y otra vez con palabras que no dejan lugar a dudas y que pueden resumirse así: la tierra de Israel (o sea, la tierra palestina) es solamente para los judíos sin importar los demás. Además, rabinos, escritores, profesores, colonos, concurren con esta ideología racista e imperialista. Finalmente, la mayoría de israelíes la suscriben, como puede verse en los resultados de las elecciones que se celebran en Israel.

¿Qué han traído las negociaciones a los palestinos?

Las cifras presentadas no se dan en una situación de guerra, ni en una relación de fuerzas parejas. Se producen tras catorce años de un proceso paz inaugurado con la firma de los acuerdos de Washington en septiembre de 1993 por parte de Rabin y Arafat, patrocinado por la comunidad internacional.

Ha habido un engaño intencionado y un abuso de poder por parte de Israel y la comunidad internacional, ha habido poca habilidad política, abandono y corrupción por parte del liderazgo palestino. Lo primero lo reconoció Isaac Shamir tras su asistencia a la Conferencia de Madrid en 1991 y lo segundo los palestinos cuando votaron en las elecciones de enero de 2006. En cuanto a la comunidad internacional hay que decir sin ambages que su comportamiento es tan criminal como el de Israel, pues la ley internacional con la que se ha dotado la obliga a actuar contra los desmanes de Israel.

En realidad, las cifras expuestas anteriormente constituyen por sí mismas una respuesta a la pregunta del encabezamiento. Sin embargo, no conviene olvidar también otras importantes: las referidas a los millones de refugiados a los que Israel prohíbe volver a sus casas y recuperar sus propiedades, los millones de palestinos que viven en los territorios ocupados bajo asedio israelí, sus toques de queda y ataques continuos, sin protección de la llamada comunidad internacional, con normas y acciones del ejército ocupante que impiden su libertad de movimientos y el desarrollo de una vida normal. Últimamente se ha añadido un embargo internacional tan eficaz que en pocos meses ha logrado que la propia ONU, mediante una de sus agencias, reconozca que peligra la “seguridad alimentaria” de los palestinos.

Es preciso dejar ahora los números y pararse para apreciar con claridad lo que han traído las negociaciones a los palestinos y que las cifras por sí mismas no alcanzan a reflejar. “Seguridad alimentaria” es uno de los eufemismos que usan Israel y sus aliados para camuflar sus atrocidades. Un palestino dice del embargo que deja a sus hijos sin los alimentos necesarios para su crecimiento normal. Un funcionario internacional dice que hace peligrar aquella seguridad. Un político israelí dice que con el embargo los palestinos se pondrán a dieta.

Así ocurre con todos y cada uno de los aspectos que afectan a la vida de los palestinos, no solamente los relativos a sus derechos políticos. Los palestinos asesinados se transforman en daños colaterales, el robo de sus tierras se convierte en medidas de seguridad o en crecimiento natural de las colonias sólo para judíos, lo cual a su vez ha de traducirse por castigos colectivos y por asentamientos ilegales, es decir, crímenes según la legislación internacional. Las niñas que son cosidas a balazos por soldados israelíes en el camino del colegio a sus casas, se hacen pasar por individuos sospechosos que ponen en peligro la vida de esos militares, aunque obviamente no deberían estar siquiera en Cisjordania y mucho menos disparar trece veces hasta que los cuerpos de los niños palestinos dejan de moverse.

Hay muchos que prefieren emplear esos eufemismos para ocultar la realidad, cada uno por sus propias razones. Se ha citado al comienzo la influencia de la propaganda israelí. El racismo occidental y el sentimiento de desprecio cuando no de odio hacia los árabes y musulmanes tiene su peso. El ansia por controlar Oriente Medio, especialmente sus recursos petroleros, es un elemento de la mayor importancia. Además, la actividad imperialista de los occidentales, en connivencia con la israelí, hace que trabajen de forma conjuntada y con intercambio de tareas.

La conclusión es que las negociaciones han conducido a los palestinos a una extrema miseria, en lo político, en lo económico y en cualquier otro campo que pueda pensarse. La única victoria que cabe conceder a los palestinos es la de haber resistido los casi cien años de acoso israelí apoyado por la comunidad internacional. No es poco, al contrario, ha sido suficiente para impedir el logro del objetivo sionista. Pero el precio ha sido enorme y la victoria es pírrica.

La guerra, la negociación y la resistencia.

Es preciso traer a colación la resistencia libanesa y la iraquí contra Israel y Estados Unidos respectivamente, aunque también está la argelina contra Francia, la vietnamita contra Estados Unidos, etc.

Algunos inmediatamente responden, con razón, que las condiciones palestinas son diferentes, especialmente porque estos agresores no tenían intención de apropiarse del territorio sino solamente de controlarlo. Sin embargo, la aceptación de ésta y otras particularidades del caso palestino no cambia la realidad descrita: a más negociaciones, más miseria.

Lo que comparten las luchas de liberación nacional y resulta evidente es que el ocupante se retira cuando el precio de la ocupación supera a los beneficios que ésta le proporciona. También se observa que el precio que pagan las poblaciones ocupadas por la liberación es elevadísimo. Los palestinos han de calibrar el precio que están pagando desde 1948 –y les queda por pagar- y el que hasta ahora han hecho pagar a los israelíes cuando se han resistido a la ocupación.

Es pertinente apuntar que Israel estaba en una posición menos ventajosa en los años de la primera Intifada que hoy. El sufrimiento palestino de estos casi veinte años pasados apenas ha tenido otro fruto que la victoria electoral de Hamas. Hasta la superficial simpatía internacional ha desaparecido. Por otro lado, el acceso de Hamas al gobierno se ha convertido en una carga que está dificultando su actividad de resistencia.

Casi todo el mundo, Israel incluido, piensa que este país es más fuerte que los países árabes, desproporcionadamente más fuerte respecto de los palestinos; también que sería vencedor de una confrontación a vida o muerte con aquellos debido a su capacidad nuclear. Es cierto que la opción Sansón, como su nombre indica, implica la probable eliminación de todos los contendientes, pero posee un potente efecto disuasorio en la paz y promete asegurar la derrota del enemigo en la guerra.

No ha de extrañar que Israel no tema a la guerra: ha ganado las suyas y además cuenta con el apoyo decidido de la primera potencia nuclear del mundo. Los palestinos no tienen opción alguna en este terreno: la guerra del año 48 convirtió a unos ochocientos mil en refugiados y la del 67 convirtió al resto en ocupados.

Sin embargo, las negociaciones posteriores no han evitado el aumento del número de refugiados a varios millones y han empeorado las condiciones de vida de los ocupados. Cabe suponer que a Israel no le conviene la negociación pues significa perder algo, pero la historia muestra que no le perjudica gravemente, como mucho lastra su política y retrasa el logro de sus objetivos.

La pregunta es: ¿ha pagado Israel un alto precio por su ocupación de Palestina? ¿Cuánto está dispuesto a pagar? Un general israelí, de cuyo nombre no me acuerdo, tras un balance de víctimas en uno y otro bando, declaró hace años que la proporción habitual de 1 a 10, era muy favorable a Israel y que por ello la lucha le convenía. En cuanto a la cuestión económica, es Estados Unidos el que se hace cargo de las facturas de Israel.

Hay que tener en cuenta por tanto que Israel no cree haber pagado un alto precio por la ocupación de Palestina, aunque sea diferente en el caso de Líbano. Hay que considerar además que la generación joven no tiene las mismas condiciones y características que la de sus padres, la motivación incluida, que los emigrantes son actualmente más numerosos que los inmigrantes y que la población palestina crece más que la judía. Si se añade el fracaso del proyecto imperialista estadounidense en Oriente Medio, la creciente actividad de los grupos islamistas y el resentimiento de las masas árabes y musulmanas, obviamente incluido el de las palestinas, cabe pensar que la resistencia puede lograr lo que ni la guerra ni las negociaciones han conseguido hasta ahora.

Esta perspectiva parte obviamente del derecho a la defensa propia y se fundamenta en la legitimidad moral de la lucha contra la agresión y la opresión y en la legalidad internacional de la resistencia a la ocupación militar de una potencia extranjera. Esto es especialmente así en el caso de Palestina, donde el ocupante es mucho más poderoso que el ocupado y porque ha sido abandonado por la comunidad internacional y carece de esperanzas razonables de mejora en el porvenir.

Por otra parte esta perspectiva no olvida considerar el precio a pagar por los palestinos ni las condiciones que se han de dar en el pueblo palestino y en su liderazgo para emprender una renovada resistencia que continúe las anteriores, aunque todo ello es objeto de otras reflexiones que no caben en este escrito.

Por último, esta perspectiva exige a los defensores de los derechos humanos y la justicia en el ámbito internacional, así como a los movimientos solidarios y los activistas, en acuerdo con los palestinos, una toma de postura respecto de las conversaciones de paz y la resistencia y una actuación en consonancia.

14 outras versións

El académico y director de cine Haim Bresheet expone las razones para boicotear culturalmente a su país de origen
Entonces ¿Qué boicot prefieres?

Haim Bresheeth
Ahram Weekly

Traducido por J.M. y revisado por Caty R.

Como consecuencia de la acusación de antisemitismo a algunos intelectuales judíos por los partidarios del Estado de Israel, el académico y director de cine Haim Bresheet expone las razones para boicotear culturalmente a su país de origen.

En los últimos meses se ha emprendido una infame campaña de propaganda, y no es la primera vez, contra los intelectuales judíos liberales que con sus posturas han encolerizado a los dirigentes de las comunidades judías de los principales países occidentales.

¿La acusación? Nada menos que antisemitismo. Un dedo acusador señala en varias comunidades a los pensadores y artistas judíos que han osado criticar a Israel y sus políticas y actuaciones salvajes, ilógicas y contraproducentes. Cualquiera que se aparte del apoyo total a la línea de actuación que marca Israel, aunque sólo sea indignándose, es acusado de antisemitismo, término que se utiliza como el “abracadabra” para denostar a los herejes que se apartan del camino trazado por el sionismo.

En París, al filósofo Alain Finkelkraut le pareció oportuno acusar al cineasta israelí Eyal Sivan de algo más que antisemitismo –incitación al asesinato de los judíos- solamente por haber hecho la película Ruta 181 con el realizador palestino Michel Khelfi. El film es una compleja exposición de la vida de los palestinos en Israel y en los territorios ocupados, que pone en evidencia la brutalidad y la ilegalidad israelíes. En ningún momento de la película se hace una llamada a la violencia ni propone infligir algún daño a judíos o israelíes. El film se exhibió ampliamente en Israel mismo, donde el cineasta trabaja y enseña.

La acusación contra los realizadores se hizo en una popular emisora de radio con una llamada a los oyentes para que hicieran “lo que se debe hacer” para pararles los pies a esos sospechosos individuos. Los cineastas llevaron el caso a los tribunales de París porque el filósofo en cuestión es una notoria figura pública, famosa por las expresiones racistas que utilizó en una entrevista en hebreo, pensando que probablemente no se traducirían. Obviamente se equivocó y la traducción, que estaba disponible en Internet, le convirtió en el enemigo público número uno de las minorías étnicas de Francia. La Corte determinó que las acusaciones difamatorias de Finkelkraut no eran tales y que además tiene derecho a expresarlas. La sentencia se ha apelado pero podemos respirar tranquilos, el temor a las iras de la comunidad judía de Francia es real y el sistema hará todo lo posible para evitar su cólera.

Al otro lado del charco el lobby sionista estadounidense, que no se distingue precisamente por su sutileza y amor a la verdad, ha encontrado nuevas víctimas; con sus maniobras ha conseguido aislar al lingüista Noam Chomsky de forma que no pueda expresar sus críticas a Israel en los medios de comunicación estadounidenses. Los nuevos blancos son el dramaturgo Tony Kushner y el destacado historiador Tony Judt. ¿La acusación? La misma. Se han atrevido a discrepar, a manifestar su desacuerdo con Israel y a cuestionar su derecho inalienable a bombardear y destruir, sin detenerse ante nada ni nadie, en cualquier lugar de Oriente Próximo. Por lo visto, como denunciaba The Observer en enero, la comunidad judía ha organizado planes para “hacer frente” a estos judíos con acusaciones de antisemitismo y mucho más.

En muchos países, incluso con gobiernos democráticos de derechas, se permite que los intelectuales critiquen a sus dirigentes en intervenciones públicas; este derecho, obviamente, no existe cuando se trata de Israel. Los mandarines sionistas británicos se atienen a este mensaje. Una despreciable campaña parecida se ha emprendido contra el investigador académico Tony Larman, recientemente nombrado director del Instituto de Investigación de Políticas Judías, con las mismas afiladas acusaciones inventadas en Estados Unidos, que se utilizan para atacar al investigador que insiste en su derecho al análisis crítico.

Todo esto forma parte de un fenómeno más amplio: las comunidades judías cierran filas frente a la corriente cada vez más grande de las voces críticas contra las atrocidades israelíes en Palestina y más allá. No hace mucho, en una de tantas “reocupaciones” de la Franja de Gaza, Israel no sólo asesinó a muchos civiles palestinos, sino que además destruyó la única fuente de electricidad y selló las fronteras impidiendo el abastecimiento de medicamentos cuando más falta hacían.

Cuando se estaban estudiando posibles actuaciones para reemplazar la parálisis de la comunidad internacional, sobrevino la chapucera invasión de Líbano que originó un millón de refugiados, decenas de miles de edificios derribados y toda la infraestructura del sur del país destruida. Mientras crecía la indignación de la comunidad internacional, siguiendo su política habitual, Bush y Blair actuaron para asegurarse de que las Naciones Unidas no condenaran esas atrocidades y las tropas israelíes se vieron con las manos libres para sembrar la muerte y la destrucción sin que nada las detuviera.

Todos conocemos el final de la historia, Israel no consiguió sus objetivos ni en Gaza ni en Líbano. Lo que sí consiguió fue una destrucción apocalíptica y otro nuevo y severo desequilibrio de la región. Además de alentar el crecimiento de las organizaciones extremistas por medio de la desestabilización en una región que siempre está al borde del desastre, se demostró una vez más que las acciones destructivas e ilegales de Israel gozan de total impunidad protegidas por Occidente. Es lógico y deseable que algunos judíos se sientan furiosos y lo raro sería que no fuese así. Después de todo, si cualquier otro país actuase de esa forma, las Naciones Unidas se verían obligadas a intervenir con una fuerza militar, como hicieron en 1991 cuando Sadam Husein ocupó Kuwait.

El cínico uso y abuso del Holocausto parece ser el arma secreta de Israel y sus judíos (y no judíos) aliados incondicionales. Los no judíos temen la acusación de antisemitas como a la peste y eso hace que no se atrevan a manifestarse contra el estado paria en que se ha convertido Israel. Y ahora también los judíos están en el punto de mira de los acusadores.

En muchas comunidades los judíos han comprendido que ha llegado el momento de ponerse en pie y exigir que se acabe el uso y abuso del Holocausto como excusa para defender lo indefendible. Muchos están de acuerdo con el creciente boicot comercial, cultural y académico contra Israel como una opción pública internacional no violenta para manifestarse contra las continuas agresiones a Palestina y otros países árabes. Ésta es la verdadera preocupación de las instituciones sionistas organizadas, que la creciente bola de nieve por fin comienza a moverse y cada vez se hace más poderosa e influyente en su camino actuando sobre la opinión pública de algunos países contra Israel y su impunidad protegida por el poder occidental.

Se pueden prever los resultados de estas acciones de protesta. Fuimos testigos del crecimiento del movimiento “antiapartheid” desde un pequeño grupo de activistas y radicales hasta una marea de acción internacional que tiró abajo el régimen de Sudáfrica y sus injusticias. Esto es lo que más temen Israel y los aliados de sus crímenes, un genuino movimiento popular que forzará la participación internacional para encontrar una solución pacífica y justa al conflicto, después de que todas las componendas occidentales han fallado miserablemente debido a su compromiso con la causa israelí y su apoyo implícito a la ocupación y sus iniquidades.

Mientras este boicot popular que va cogiendo fuerza poco a poco recibe acusaciones de antisemita, otro boicot se lleva aplicando exitosamente desde hace más de un año. Desde enero de 2006 cuando se celebraron las elecciones democráticas palestinas que dieron su apoyo a Hamás, Israel y sus aliados occidentales –el “Cuarteto”- están boicoteando ilegalmente a Palestina y su gobierno de todas las formas posibles. Israel retiene millones de dólares de exportaciones palestinas mientras se niega a reconocer al gobierno palestino y a negociar con él. La unión Europea y Estados Unidos cortaron sus programas de ayuda que proveían las necesidades de la población y hay un apoyo tácito al presidente Abbas –el líder político elegido por los estadounidenses- en su intento de deshacerse de Hamás, ya sea por la fuerza o por elecciones inconstitucionales. Como se aprecia, hay muchas maneras de apoyar “la democracia”.

El boicot del Cuarteto, que incluye a las Naciones Unidas, es ilegal; tanto como los precedentes fiascos de Afganistán e Iraq, y como éstos está destinado a producir resultados opuestos a los que proyectaron sus mentores. También hay que considerar que es un boicot destructivo, que provoca divisiones entre la población palestina, que la expone a la privación de alimentos, medicinas y los fondos destinados a mantener los servicios básicos, además de que nunca se ha discutido ni votado en ninguno de los países implicados y ni siquiera ha sido objeto de ningún debate público serio.

¿Qué boicot prefiere usted? ¿Cuál es el que tiene más posibilidades de causar daños y cuál el que puede contribuir a una solución justa de coexistencia pacífica? Hay que recordar a Sudáfrica y que las falsas acusaciones de antisemitismo no impidan un debate racional e imprescindible.

13 outras versións

Amira Hass
CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

El cinismo inherente en la actitud de las instituciones del Estado judío ante los supervivientes del Holocausto no es una revelación para los que nacieron y viven entre ellos. Crecimos con el abismo entre la presentación del Estado de Israel como el lugar del renacimiento del pueblo judío y el vacío que existe para cada superviviente del Holocausto y su familia. La “rehabilitación” personal dependía de las circunstancias de cada persona: las más fuertes contra las otras: las que no tuvieron el apoyo de las instituciones del Estado. Durante los años cincuenta y sesenta vimos la degradante presentación de nuestros padres como habiendo ido “como ovejas al matadero,” la vergüenza de los nuevos judíos, los sabras, por sus desafortunados parientes de la diáspora.

Podrá argumentarse que durante las primeras dos décadas, gran parte de esta actitud pudo ser atribuida a la falta de información y a la ausencia muy humana de la capacidad de concebir todo el significado del genocidio industrializado perpetrado por Alemania. Pero la percepción de los aspectos materiales del Holocausto comenzó muy temprano, cuando las instituciones judías y sionistas comenzaron, a comienzos de los años cuarenta, a discutir la posibilidad de exigir reparaciones. En 1952, se firmó el acuerdo de reparaciones con Alemania, por el cual dicho país aceptó pagar cientos de millones de dólares a Israel para cubrir los costes de absorción de los supervivientes y de su rehabilitación. El acuerdo obligó a Alemania a compensar también individualmente a los supervivientes, pero la ley alemana diferenció entre los que pertenecían al “círculo de la cultura alemana” y otros. Los que pudieron probar una conexión con el círculo superior recibieron sumas más elevadas, incluso si habían emigrado a tiempo de Alemania. Los supervivientes de los campos de concentración de fuera del “círculo” recibieron la ridícula suma de 5 marcos por día. Los representantes israelíes se tragaron esa aberración.

Esto forma parte de las raíces del cinismo financiero al que son expuestos los medios actualmente, debido a diferentes razones: la edad avanzada y la salud en disminución de los supervivientes, el debilitamiento intencional del Estado de bienestar, la presencia de supervivientes de la antigua Unión Soviética que no están incluidos en el acuerdo de reparaciones, el activismo en los medios de organizaciones de asistencia no gubernamentales y la bienvenida participación de periodistas de asuntos sociales.

Se sienten espantados por la brecha entre la apropiación oficial del Holocausto, que es percibida en Israel como comprendida y justificada, y el abandono de los supervivientes.

El que se convierta el Holocausto en un instrumento político sirve a Israel primordialmente para su lucha contra los palestinos. Con el Holocausto a un lado de la balanza, junto con la culpable (y es correcto que así sea) conciencia de Occidente, el desposeimiento de los palestinos de su patria en 1948 es minimizado y desdibujado.

La frase “seguridad para los judíos” ha sido consagrada como un sinónimo exclusivo para “las lecciones del Holocausto.” Es lo que permite que Israel discrimine sistemáticamente a sus ciudadanos árabes. Durante 40 años, la “seguridad” ha justificado el control de Cisjordania y Gaza y de individuos que han sido desposeídos de sus derechos y que viven junto a los residentes judíos, ciudadanos israelíes repletos de privilegios.

La seguridad sirve para crear un régimen de separación y de discriminación sobre una base étnica, de estilo israelí, bajo el auspicio de “conversaciones de paz” que duran una eternidad. La conversión del Holocausto en un instrumento permite que Israel presente todos los métodos de la lucha palestina (incluso los sin armas) como otro vínculo en la cadena antisemita cuya culminación es Auschwitz. Israel se otorga la licencia de inventar más tipos de cercas, muros y torres de vigilancia militar alrededor de los enclaves palestinos.

El aislamiento del genocidio del pueblo judío del contexto histórico del nazismo y de sus objetivos de asesinato y subyugación, y su separación de la serie de genocidios perpetrados por el hombre blanco fuera de Europa, ha creado una jerarquía de las víctimas, a la punta de la cual estamos nosotros. Los investigadores del Holocausto y del antisemitismo andan a tientas a la busca de palabras cuando en Hebron el Estado realiza la limpieza étnica a través de sus emisarios, los colonos, e ignora a los enclaves y el régimen de separación que está estableciendo. Quienquiera critique las políticas de Israel hacia los palestinos es denunciado como antisemita, si no como un negador del Holocausto. De modo absurdo, la deslegitimación de toda crítica de Israel sólo hace que sea más difícil refutar las fútiles ecuaciones que se hacen entre la máquina nazi de asesinato y el régimen israelí de discriminación y ocupación.

El abandono institucional de los supervivientes es justamente denunciado en general. La transformación del Holocausto en un instrumento político para su uso en la lucha contra los palestinos se alimenta de los mismos arsenales de cinismo oficial, pero forma parte del consenso.

12 Jesús

Cuidado con Alberte. Ha vuelto a poner en evidencia su vocación de miembro de tribunal popular proponiendo la expulsión de un miembro de su propio partido.