Por Telmo Martín | Pontevedra | 09/09/2011
Algo parecido le ocurre al gobierno de España. Las elecciones deberían celebrarse antes, como muy tarde en octubre, para evitar la parálisis del ejecutivo. Pero hay lo que hay.
Hace 4 años los españoles prefirieron un Presidente simpático a Rajoy que hubiera sido más eficaz y previsible en la gestión de la crisis. Ahora que todo el mundo se dedica a denostar a Zapatero hay que recordar que si ha “arruinado este país” en palabras de Duran i Lleida, es porque partidos como CIU, PNV o BNG le han dado su apoyo cuando lo ha necesitado. Y, antes de eso, porque la mayoría de los españoles le votó. Por tanto, unos y otros también son responsables de la situación que vivimos.
Los españoles elegimos políticos con amplios apoyos; pero, más tarde, si las cosas se tuercen, no dudamos en denostarlos con contundencia para eludir responsabilidades. A los ciudadanos no les gusta que un político les diga que las cosas están mal, como tuvo que hacer Rajoy cuando en 2008 la crisis ya era una realidad que el zapaterismo negaba. El tiempo ha demostrado que los peores augurios de Rajoy se quedaron cortos. Los gobiernos, en su huída hacia delante, pueden ganar unas elecciones. Pero 4 años después la realidad se impone y, lo que es peor, mientras eso ocurre muchos ciudadanos se van al paro y muchas familias se empobrecen. Zapatero es el último Presidente que elegimos por su simpatía.