Por Galicia Confidencial | Galicia | 13/12/2006
Yo , Angel, y mis hermanos, nacimos todos en la casa que hace esquina entre la Plazuela de San Cosme (nº 2-2º) y las calles Canella da Conca y Cabeza de Manzaneda , calles que, en 1965, aún no estaban edificadas, aún no estaban habitadas por vecino alguno. Como veis en la foto, nuestro balcón mira, sobre la calle Cabeza de Manzaneda, entonces simplemente unas aceras. Desde el balcón teníamos preciosas vistas sobre la catedral y traseras de las casas de la Rua Hernán Cortés. La edificación en Cabeza de Manzaneda nos privaron de aquellas preciosas vistas. Es lo normal en cualquier ciudad: que crezca. Que nuevos vecinos se incorporen a ella haciéndola más grande y más rica. Nunca nos quejarnos de que los nuevos vecinos nos molestasen , ni intentamos impedir que se construyesen edificios para seguir gozando de aquella idílica visión de los campos que se extendían hasta la Catedral. Nunca rechazamos a los nuevos vecinos, ni pretendimos ser superiores en derechos a ellos por el hecho de estar nosotros allí antes. Nuestra infancia fué gozosa jugando con nuevos amigos de Cabeza de Manzaneda. Dominábamos todos juntos los solares aún no construidos, dibujando en ellos nuestros campitos de fútbol, nuestros escenarios de juegos y peleas juveniles. Éramos felices creyendo poseer verdaderos mundos o pistas deportivas.
Viví después la terrible experiencia de ver cómo algunos de nuestros amigos de infancia, vecinos del casco antiguo, y vecinos de las nuevas calles, del nuevo barrio de San Francisco, caían en la adicción a las drogas, especialmente duros fueron los años de la heroína. Vimos algunos de nuestros amigos morir a causa del Caballo y también del SIDA. Nunca se me ocurrió culpar a los nuevos vecinos de estos males, ni poner frontera entre unas calles y otras. Después he convivido muchos años con los "yonkis" que venían a pincharse a las puertas y muros de nuestra casa de San Cosme, a la Canella da Conca, a las escalinatas de San Francisco, al callejón antiguo que iba de la Plaza San Cosme a la carretera de A Granxa, ahora cortado por Peña Trevinca. También padecimos entonces robos en nuestros pisos y en nuestros locales, varias veces en "A Pita Tola". Nunca culpamos de ello a los nuevos vecinos. Tengo que decir que nunca ví a los que ahora se manifiestan contra el Comité, manifestarse contra los que entonces se pinchaban, y aún hoy siguen pinchándose, en la zona. Tampoco los ví manifestarse contra este problema, ni hacer nada para que los toxicómanos pudiesen curarse o dejasen de ser un problema para la salud pública al dejar las jeringuillas en el suelo o al tener que robar para mitigar su mono: El Comité Antisida, entre otras actividades, recoge cada año de las calles de Ourense 20.000 jeringuillas usadas y evita que queden tiradas en calles, parques o solares. De esta forma evita riesgos a todos los ourensanos y también la transmisión del SIDA y otras enfermedades por falta de higiene y por compartir jeringuillas.
Entiendo que es importante recordar que no todos los portadores de VIH o enfermos de SIDA son o han sido drogadictos, ni mucho menos delincuentes. Muchos seropositivos han adquirido los anticuerpos en relaciones sexuales, o en transfusiones de sangre. Especialmente significativo es el número de personas, la mayoría jóvenes, que aún hoy en dìa contraen el VIH en sus relaciones sexuales sin preservativo. No olvidar tampoco que los programas y servicios del Comité no sólo van dirigidas a los seropositivos o enfermos, sino, y muy especialmente, a los no contagiados, para evitar que contraigan el VIH. Ahora, en Cabeza de Manzaneda, como podía haber sido en cualquier otra calle, el Comité Cidadán Antisida ha encontrado un local que llevaba años vacío, y lo ha alquilado para instalar en él su sede de oficinas. Es un vecino más que se incorpora al barrio, como todos los que lo hicieron previamente. Algunos dicen que este nuevo vecino no puede instalarse allí y, pese a los esfuerzos de la Junta Directiva del Comité para informarles, parecen sostener que, por muchas razones que se les dén, ellos ya han decidido que no se instalará allí, y si es necesario lo impedirán por cualquier medio. En la actualidad, soy secretario de la Junta Directiva del Comité Cidadán Antisida, y estoy orgulloso de ello, pues entiendo que así puedo contribuir, aunque sea muy modestamente, a continuar la lucha de mis predecesores contra los males de la enfermedad. A intentar minimizar los riesgos de transmisión, y a practicar con los hechos la cultura de la solidaridad, que tan necesaria es en un mundo desigual en medios y oportunidades.
Invito a todos los vecinos a participar de estas actividades, a unirse al Comité en lugar de enfrentarse a él. Y les aseguro que se sentirán orgullosos de hacerlo, puesto que así contribuirán a resolver los problemas de su calle, de su barrio, de su ciudad, de su mundo.
Nada más lejos de la realidad que el Comité cree problemas en donde ejerce sus actividades. La experiencia de 15 años demuestra lo contrario. Por otra parte, los socios y usuarios de las actividades del Comité, enfermos o no, tienen el mismo derecho que cualquiera a existir, a ser vecinos y ciudadanos como los demás, y a acudir a los locales del Comitè -en horario de oficina- para tener un sitio digno donde estar, sin "molestar a los vecinos" en la calle, y para desarrollar los diversos programas o actividades de formación que les permita llegar a conseguir un trabajo y una vida más digna. Tienen igual derecho que los demás vecinos y ciudadanos a circular por las calles sin ser señalados, entre otras razones porque es ridículo pretender que el SIDA pueda contagiarse al circular por la misma calle. También es cierto que los socios y usuarios del Comité tienen deberes, que son los mismos deberes cívicos o ciudadanos que tenemos todos los demás vecinos, incluidos los de Cabeza de Manzaneda: en general, deber de respetarse mutuamente, y no realizar actividades delictivas o que causen daño innecesario a los demás. Mientras todos cumplamos nuestros deberes de mutua convivencia, nadie puede privar a otros de sus derechos. Admitamos que ningún vecino de Cabeza de Manzaneda, ni de otra calle alguna, permitirìa que los vecinos de otras calles les prohibiesen circular por aquellas, o acudir a los locales -bares, comercios, oficinas, etc- sitos en calles distintas a las propias. No convirtamos nuestra ciudad en una suma de guettos donde los vecinos de una calle puedan impedir a los otros circular por ella o acudir a sus locales.
No caigamos en el grave error de creernos propietarios en exclusiva de nuestra calle, de nuestro barrio, y con el derecho a impedir que vengan nuevos vecinos. No pensemos que van a molestarnos, a quitarnos nuestras vistas o nuestros espacios. Comprendamos que el espacio, la calle, la luz, las vistas, no son nuestros en exclusiva, sino que debemos compartirlos con los demás, porque son de todos los que vivimos juntos. Nosotros fuimos una vez los nuevos que llegábamos, y no podemos negar igual derecho a los demás.
El Comité Cidadán Antisida no quita vistas maravillosas a nadie, sino que abre ventanas de esperanza para el barrio. Ventanas para la convivencia, para la salud social y mental, y para el desarrollo sano y feliz de todos los "ciudadanos" de Ourense que realmente queramos merecer tal nombre. Luchar peducir los peores riesgos de la drogadicción y a contribuir a resolver los demás problemas del barrio. El Comité es un vecino muy cualificado por su experiencia y aportará mucho. Traerá consigo una escuela de solidaridad, respeto, convivencia, compasión en el más puro sentido de la palabra (compartir pasiones/sufrimientos con los más débiles) y todo aquello que entendemos contribuye a solucionar un problema de todos como es el SIDA. También la adicción a las drogas, la marginación y la delincuencia asociadas. Invito a todos los actuales vecinos a enriquecernos mutuamente.
Dicho todo esto con el corazón, espero que así sea entendido por todos los vecinos, y que cesen en sus actuales enfrentamientos. Estaremos juntos en cuantas reivindicaciones formulen ante las diversas administraciones públicas para que mejorar las actividades de servicio público que desarrolla el Comité (y muchas otras asociaciones y colectivos) y para que provean de locales cada vez mejores para desarrollar sus actividades. Pero no debemos olvidar que un local siempre tendrá que estar en alguna calle o en alguna plaza, y que no es admisible que alguien pretenda tener superior derecho a decidir, sin mas argumentos que la vecindad o proximidad, quién será su nuevo vecino, o qué actividad legal puede desarrollarse en su misma calle, y cuál no. La ciudad es de todos y entre todos debemos construirla con respeto mútuo.
Confío en que esta carta sirva para tender puentes de tolerancia y verdadera comunicación con los vecinos que ahora, quizás por no conocernos bien, se oponen a nuestra presencia. Espero que se entienda mi llamada a la concordia, que nos ayude a todos a entendernos y trabajar juntos por una calle mejor, por un barrio mejor, por una ciudad y un mundo mejor y más solidario.
Fdo. Angel Pazos Huete
Secretario de la Junta Directiva del Comité Cidadán Antisida de Ourense"